miércoles, 18 de abril de 2007

Fanfiction

“LA LEYENDA DE ZELDA: UN RECUERDO DEL PASADO, EL LLAMADO DEL FUTURO”

“THE LEGEND OF ZELDA: A MEMORY OF PAST, THE CALL OF THE FUTURE”

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PRÓLOGO


“El viento… la tierra… el fuego… el mar…cada uno de los cuatro elementos con su propio eco, con su propia voz, me han revelado parte del secreto de una leyenda. Una leyenda que ha pasado de generación en generación.

La leyenda de un verdadero héroe, que ha atravesado y vencido las umbrales aguas del tiempo con la osadía y la valentía que impregnó con sus hazañas. El alma de un niño que habitaba el cuerpo de un hombre que tras luchar contra el caballero de la oscuridad, encontró su lugar entre las leyendas, el héroe que se convirtió en dios: El legendario Héroe del Tiempo…

El héroe cuyo corazón de guerrero también resguardó en su interior las más oscuras y frías dudas al alejarse de la tierra que hizo de él un auténtico mito, al embarcarse en una aventura…un aventura secreta y personal en busca de un querido e invaluable amigo quién le acompaño a encontrar la luz de su destino, una luz que se apagó cuando sobrevino la separación. Decidido a recobrar ese valioso tesoro, tuvo que enfrentarse al descubrimiento de un nuevo mundo, uno de tantos que se hallaba bajo la influencia destructiva de una máscara maldita que tenía el poder de manejar a su voluntad, desde la más insignificante criatura hasta la titánica luna que amenazaba consumir todo aquél que osara en desafiar a las eternas leyes amargas del tiempo y del espacio…las leyes impuestas por la maligna careta…

Tres días, tres siglos, minutos bañados en sangre, caían como arena de reloj sobre los hombros del niño-héroe, quién cuyo valor de aventurero no tuvo más remedio que aceptar un nuevo reto y combatir las más terribles y sangrientas batallas, liberar la esencia purificadora para consolar las almas que pedían a gritos su ayuda dejando a un lado su propio dolor…dolor que era rodeado por el más desolador de todos los silencios…Fue cierto entonces cuando comenzó a preguntarse el verdadero motivo de su existencia, a vivir bajo los recuerdos que habitaban y golpeaban sin piedad su mente, al igual del cómo subía la marea y golpeaba las rocas de la playa… Y sin encontrar una respuesta, sin dejar de cumplir su misión, caminó sin rumbo por varios días, borrando sus huellas con el pasar de las mismas…Lentamente también hizo desaparecer su sombra, al igual que los sueños que creyó que ya no volverían.

Hoy…después de desafiar al demonio del caos y de cruzar el sendero de la victoria, ha comenzado una nueva búsqueda, no sólo del camino que le guiaría a casa, no sólo al encuentro de su mayor ilusión, sino de una identidad que ahora se halla perdida…una identidad…la propia…La historia que reveló el oscuro origen de su pasado, el quién vive en un recuerdo como si fuera el presente, el quién espera el eterno despertar del futuro, se encuentran consumadas en estas sagradas líneas, escritas con tinta de ambrosía, os serán reveladas como un recuerdo del pasado, como el llamado del futuro, con el inmortal soplo del viento que construye con sus propios hilos el interminable hoy..."


PRIMERA PARTE. “LA VOZ DEL UNIVERSO”


“Hoy he tenido un sueño…Un sueño que tal vez siempre he querido tener…En él no habían imágenes, formas, ni figuras, sólo el dulce sonido sagrado que clamaba con gran ardor mi nombre…La voz de aquél que me pide a gritos que regrese… que me pide que esté a su lado…para siempre…”

CAPÌTULO 1. “PRONTO...REGRESARÉ A TI…”
“SOON…I WILL RETURN TO YOU…”
“BIENTOT…IL RETOURNE...”


Era un caluroso día de verano, todos los gigantescos ventanales de un hermoso castillo de grisáceos y finos tejados se encontraban abiertos de par en par, y en uno de ellos, se encontraba una pequeña niña de tan sólo once años que observaba detenidamente el celeste azul del cielo… se encontraba en un estado de pesar abrumador.

De pronto, cerró sus hermosos ojos azules como zafiros que se encontraban llenos de lágrimas y lanzó un suspiro que salía de lo más hondo de su ser, mientras que posaba en su pecho sus finas y delicadas manos tratando de evitar que su alma llorará también…así como su corazón que sangraba de gran tristeza y melancolía, no quería que la vieran así y mucho menos que la viera su padre, ya que él no la comprendería…nadie lo haría, sólo su querida nodriza y…él…sólo él…

- Princesa, ¿Qué le ocurre? - Susurró una voz dulce pero firme a la vez, haciendo que la pequeña princesa se sobresaltara.
- ¡Impa!...Yo…yo…sólo meditaba… - Contestó la niña mientras que con una de sus manos trataba de borrar rápidamente las perlas que brotaban silenciosamente de sus ojos.
- Por lo que veo, no sólo estaba haciendo eso… ¿cierto? -
- Pues…Impa...a ti no puedo ocultártelo -
- Mi querida Zelda - Exclamó Impa sonriente al escuchar la débil exclamación de la linda rubia - De nuevo tu ser se ha llenado de pena -
- No puedo evitarlo…ya que cada vez que observo el cielo…lo recuerdo – Zelda reanudó su silencioso llanto, mientras que la guerrera le abrazaba tiernamente.
- No llores más, a él no le agradaría verte así -
- Lo sé, lo sé, pero no puedo evitarlo Impa, ¡No puedo!...¿Y si le ha ocurrido una desgracia?...¿Y si se ha olvidado de mi?...Impa…¿Por qué no regresa? - Gimió la pequeña sumamente desesperada.
- Querida niña, ¿Acaso ya lo has olvidado? - Preguntó la formidable guerrera tras breves minutos de silencio mientras le acariciaba los dorados cabellos y limpiaba su blanca y pequeña cara.
- ¿Olvidado?- Zelda a su vez, calmando momentáneamente su llanto.
- Recuerda, él lo prometió - La fuerte mujer la atravesó con sus grandes ojos rojizos y quien con uno de sus dedos señalaba al hermoso jardín del majestuoso castillo - Él lo prometió…volverá…pase lo que pase…el volverá… -

Zelda sonriendo y dejando la tristeza a un lado, posó su mirada hacia el lugar en donde había señalado su querida institutriz. Ella tenía razón.

- Gracias Impa, estaba tan desolada que ya lo había olvidado -
- No tienes que agradecerme, sólo deseo que tu corazón nunca pierda uno de los más grandes regalos que nos han brindado las diosas…La esperanza -
- Cierto - Susurró con confianza la niña cuyas pupilas destilaban un profundo brillo -Además…él es la esperanza -
- Así me gusta querida niña, pareces un sol cuando sonríes - Dijo Impa guiñándole pícaramente un ojo a la princesa, ocasionando que ésta se ruborizará y se sintiera mucho más tranquila.
- Eso…me lo decía él… -
- Bien, ahora…¡Por las diosas!¡Casi lo había olvidado! -Dijo la guerrera recobrando la postura al instante que cruzaba sus largos brazos - Su padre desea hablar con usted, princesa -
- De nuevo gracias Impa, voy al momento –
- Apresúrese, por favor -

- Claro. Por cierto Impa, te ves mucho mejor cuando dejas esa postura seria y firme, pero aún así me agradas - dijo Zelda riendo musicalmente mientras salía de su habitación ya con nuevas fuerzas.
- ¿Eh?¡Oh vaya! –

El inocente comentario hizo que Impa se ruborizara, y después, la descendiente sheikah se dirigió hacía la ventana y recargando sus brazos en el níveo balcón, levantó su mirar sobre el claro firmamento y exclamó con débil voz:

- Por favor…regresa pronto… -

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- ¡Por fin! -

Gritó jovialmente un niño de once años vestido de verde, de ojos azules como el cielo y cabellera dorada, que se encontraba en lo más alto de una colina llena de flores silvestres que desprendían un fresco aroma y que giraban en torno a ellas varios insectos multicolores. El chico se encontraba montado sobre una hermosa y acanelada yegua de hocico nevado quien miraba junto con su compañero de igual manera y con gran satisfacción el gigantesco campo que se abría ante ellos.

- Debo darme prisa ya que pronto anochecerá -

El muchachito y su amiga, con su firme y tintineo trotar, atravesaron con velocidad el lugar, sintiendo como los rayos del omnipotente sol se ocultaban dando paso a la oscura faz de la noche llena de brillantes y titilantes estrellas de diversos colores. Muy pronto llegaron a una pequeña villa ubicada al Noroeste de aquel país, al entrar, el niño se apeó con un ágil movimiento y suavemente fue tirando las riendas hasta llegar a un veraniego árbol que se encontraba en el centro de la tranquila población.

- ¡Vamos Koga!, ¡Es hora de que te vayas a la cama! - Una voz de una mujer que rompió la apacible quietud del lugar.
- ¡Pero mamá!, ¡Todavía es temprano! -Exclamó un pequeño de seis años, de tez morena, ojos rojizos y cabellos del mismo color que trataba de esconderse de la vista materna detrás de una de las diminutas casas.- ¡De ninguna manera! -Replicó la joven señora, quien también era morena y cuyos ojos amarillos parecían que guardaban en su interior una dulce y líquida miel.
- ¡Anda ya! -
- ¡No quiero! -

Gruñó el pequeño de nuevo y rápidamente saliendo de su escondite y sin percatarse de la presencia del recién llegado y su fiel yegua quienes le observaban calladamente, comenzó a subir el frondoso árbol ágilmente a pesar de su corta edad.

- ¡Koga!, ¡Baja de ahí! -

Ignorando el maternal y asustado llamado, el travieso Koga, ajeno al peligro, hábilmente trepaba una a una las ramas, hasta que una de ellas, una rama que parecía podrida no soportó su peso y se quebró dejando escapar un sonido sordo quien se opaco ante el grito de terror de Kara quien se llevó las manos a la boca como si tratase de evitar que se le saliera el corazón.

- ¡No!, ¡Koga! -
- ¡Mamá! - Clamó el niño mientras cerraba fuertemente sus ojos y por su mente se dibujaba la figura de su amada madre a quien creyó no volver nunca más.
-¡Te tengo!, ¡Ahora sujétate fuerte!- Se dejó escuchar una voz profunda.
-¿Eh?, ¿pero cómo?- El pequeño abrió uno de sus ojos observando incrédulo a aquél quien había tomado una de sus piernas y jadeaba quedamente por el esfuerzo que estaba haciendo por evitar su fatídica caída.
- ¡Vamos, dame tu mano! - Habló de nuevo el niño, mientras que algunos mechones dorados que salían de su verde gorro cubrían una parte de su blanca cara.
- ¡Si! -

El niño tendiendo su pequeña y sucia manita a otra mano también pequeña pero fuerte que lo jaló hacía donde se encontraba su dueño.

- ¿Te encuentras bien? - Preguntó el joven salvador mientras abrazaba el diminuto cuerpo del niño-
- ¡Si! ¡Muchas gracias! -
- ¡Gracias pequeño por salvar a mi hijo! - Agradeció también la madre, mientras que los dos muchachos bajaban del árbol y abrazaba fuertemente contra su pecho a su hijo.
- ¿Viste cómo él me salvó mami? -
-Si hijito…si… De nuevo te lo agradezco. Por cierto, ¿Cuál es tu nombre? - Preguntó sonriente la señora quién después de abrazar a su hijo, se acercaba pausadamente hacía donde se encontraba el niño de verde.
- Mi nombre es Link, señora -Contestó con una enorme sonrisa el pequeño héroe.
- ¿Link?-

Los bellos ojos de la joven señora destilaban una peculiar belleza coqueta, lo que hizo que el niño se perturbara y aún más cuando sintió que la mujer posaba sus manos sobre sus pequeños hombros como otro signo más de su agradecimiento.

- Es un placer, mi nombre es Kara -
- Y yo me llamo Koga - Intervinó el niño, deseoso de presentarse ante aquel chico quien le había salvado la vida.
- El placer es todo mío y de Epona - contestó respetuosamente Link señalando a su compañera quien relinchó graciosamente, pero en ese momento, involuntariamente hizo un gesto de dolor aunque no dejo escapar ningún sonido de sus labios.
- ¿Te ocurre algo Link? -Preguntó Koga asombrado por la reacción de su nuevo amigo.

- ¡Por las diosas! ... ¡Tienes una herida en tu espalda! - Dijo Kara al retirar su mano derecha y comprobar que estaba teñida de sangre fresca.
- No se preocupe…no es nada - Respondió tranquilamente Link, quién trató de sonreír pero no lo consiguió.

- Vamos, te llevaré a nuestra casa y ahí curaremos esa herida - Exclamó Kara resuelta.
- Por favor…no se moleste… -
- No es ninguna molestia, además, estoy segura de que ustedes dos vienen de un largo viaje y supongo que no han comido o bebido algo desde hace mucho tiempo…¿O me equivoco? - Le dijo la amable señora persuadiendo al pequeño Link al mismo tiempo que señalaba a la hermosa yegua.
- No señora - Murmuró el niño mostrando su rostro lleno rubor - Pero, no nos gustaría causarles alguna molestia -
- ¡Claro que no hay ninguna molestia! ¡Pues si tu me salvaste!, ¿verdad mamá? - Exclamó alegremente Koga quien tomaba las riendas de Epona.
- Así es… bueno no se diga más y vayamos adentro – Kara decidida tomó de una mano a su hijo y con la otra a Link, quién se dejó llevar dócilmente y dejando escapar un leve suspiro ya que al observar a esa amable señora y a su travieso hijo pensó lo hermoso que sería tener una familia…

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- ¿Aún sigue despierta? -

Preguntó la noble guerrera a la princesa de los áureos cabellos quien se encontraba en su cama con la mirada fija en un libro que tenía en las manos y con una expresión de preocupación superlativa.

- Si Impa…lo que pasa es que…no sé como explicártelo - Suspiró larga y ruidosamente la encantadora Zelda, mientras dejaba el libro de pastas gruesas a un lado de ella.
- ¿Un sueño quizás? -Preguntó la fuerte mujer al momento que cruzaba sus brazos y miraba fijamente a la chica.
- Qué bien me conoces Impa, aunque no se trataba de un sueño exactamente - Zelda negó apresuradamente mientras que con sus finos dedos estrujaban con nerviosismo el borde de las rosáceas sábanas que la cubrían.
- ¿Entonces? -
- Cuando estaba a punto de dormirme escuche algo…como una voz… - Dijo confusa la niña.- ¿Una voz? -- Si, una voz muy profunda, más bien era como un clamor -confirmó nuevamente la princesa y mirando de frente a su estimada institutriz tratando de buscar su comprensión – Tal vez sea una profecía -
- ¿Y qué fue lo que le dijo? -Habló después de unos momentos de vacilación la fuerte mujer pues al escuchar la palabra “profecía” la sonrisa se esfumó de su rostro.
-”Llámame”… -
- Mmmmmm… Pues creo que no debería preocuparse mucho por ello su alteza - Mencionó Impa al ver la cara de preocupación de Zelda, tratando de restarle importancia, aunque también en su interior había “algo” que no comprendía muy bien - Recuerde lo que platicamos esta mañana -
- Yo creo que esto no tiene nada que ver con él, Impa - Sonrió la niña, mientras que por sus adentros se acongojaba al recordar el suceso de ese día.
- Lo siento princesa, pensé que a lo mejor tenía relación alguna - Se justificó la mujer de forma directa.
- Si lo sé, perdóname, siempre te estoy ocasionando problemas - Trató también de disculparse Zelda por su actitud y cerrando el desconcertante asunto para otra ocasión.
- No hay nada que deba yo perdonarle. Bueno, será mejor que duerma, ya que mañana tendremos visitas -
- Es cierto, ¡Qué fastidio! - Exclamó Zelda con enojo, haciendo sonreír a al guerrera de blanca cabellera.
- Hay veces en las cuales no le gustaría ser princesa, ¿verdad? -
- Así es Impa. Quisiera ser libre como el viento, libre como las aves del campo, libre como él… -
- Buenas noches princesa…que descanse -

Se despidió Impa simulando que no había escuchado las últimas palabras de la pequeña niña y salió apresuradamente de la estancia.

- Buenas noches - Respondió Zelda amablemente, al mismo tiempo que apagaba cuidadosamente la vela que estaba a su lado, y antes de cerrar sus ojos musitó para sí - Buenas noches…buenas noches…Link… -

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- Buenas noches, pequeño Link - Dijo calurosamente Kara en el momento en que acostaba al muchacho en una pequeña pero suave cama después de haber curado su herida y haberle dado de cenar.
- Muchas gracias señora - Link sonrió a su vez ya aliviado de su dolor, su fatiga y su hambre.
- No me agradezcas nada, yo soy la que debo de agradecerte lo que hiciste hoy por mi, salvaste a mi hijo y eso jamás podré pagártelo - Susurró amorosamente la joven señora mientras acariciaba los hilos dorados de la cabeza del niño – Buenas noches-
- Buenas noches - Dijo Link dejando escapar un sonoro bostezo y después se quedó profundamente dormido.

Pero muy poco duró su sueño, un sueño que siempre quiso tener,,, en el que no había imágenes, formas, ni figuras, sólo el sonido sagrado que sólo a él le pertenecía...

“Llámame”

- ¡Esa voz!- Despertó sobresaltado y preguntándose por tan extraña petición, que parecía más bien un deseo, el deseo de "ella"

"Llámame"

- ¿Acaso?...si, no hay duda…es ella… -

"Llámame"

Dibujando una sonrisa en la oscuridad exclamó para sí:

- ¡Ella!...Llegaré pronto…un poco más, un poco más…pronto regresaré a ti… ¡A ti!... -


Continuará...