martes, 29 de mayo de 2007

Fanfiction

“LA LEYENDA DE ZELDA: UN RECUERDO DEL PASADO, EL LLAMADO DEL FUTURO”


Por: Zeldas


PRIMERA PARTE. “LA VOZ DEL UNIVERSO”

“¿En qué estaba pensando en esos momentos?... Supongo que ni siquiera yo mismo lo sé…pero lo que si puedo entender es que tantas angustias y penalidades quedaron momentáneamente en el olvido, con sólo mirar la sonrisa del cielo de mi mundo otra vez…”


CAPÍTULO 2. “NO TE VAYAS NUNCA DE MI LADO…”

“YOU NEVER GO AWAY OF MY SIDE…”

“VOUS ALLEZ JAMAIS LOIN DE MON CÔTÉ…”


Tenuemente, se podía escuchar el alegre trino matutino de las aves, el borboteo juguetón del agua y el arrullo de las hojas al caer, mientras que por el oriente, el majestuoso disco solar asomaba amistosamente su magnífica luz que opacaba el débil destello de la luna que se ocultaba fugazmente, y en la tierra, el canto de los grillos cesaba para recibir el nuevo día.

Los sonidos naturales del amanecer llegaron hasta los oídos del pequeño Link quién abrió pausadamente sus hermosos ojos color de cielo, al mismo tiempo que escuchaba complacido el maravilloso espectáculo que le ofrecía la madre naturaleza.

Lentamente fue incorporándose de su cálido lecho. Ya no sentía dolor alguno en su cuerpo, pero su alma y su corazón estaban sumergidos en un profundo vacío, sin embargo pronto desapareció tan sombrío pesar, por que en él se clavó un dulce recuerdo en que pensar, una promesa que cumplir.

Tomó una diminuta y descolorida bolsa de grueso cuero que siempre traía consigo y sacó de ella una ocarina de un tono azulado que tenía dibujada en la parte superior un dorado emblema que correspondía a la sagrada trifuerza…la ocarina del tiempo…

Al verla, al sentirla, al tocarla, el semblante del joven muchacho se llenó de júbilo, tomándola entre sus manos y llevándola con suma ternura a sus labios, comenzó a entonar una bella melodía, suave, tierna, única… Zelda´s Lullaby…

Link tocaba con todo su ser, sus sentidos se cerraron completamente, tanto que no advirtió que Kara y Koga penetraban a la pequeña habitación sin emitir ruido alguno, temiendo distraerle y así calladamente pudieron disfrutar tan deliciosa melodía que sin darse cuenta Link estaba ofreciendo, tras unos breves minutos, al terminar pudo escuchar una sonora exclamación que hizo que se sobresaltara y dejara caer el añil y delicado instrumento.

-¡Link!¡Qué bien tocas!-gritó el pequeño Koga mientras aplaudía y saltaba alrededor de su amigo en paños menores.
-¡Hermoso!,¡Sencillamente hermoso!-dijo a su vez la señora de la casa mientras aplaudía-No sabía que un pequeñuelo como tú, aparte de ser un héroe, tocará tan bien-

Link se ruborizó tanto con los elogios que le dedicaban sus amigos que habían entrado a la estancia sin permiso.

-Te ofrecemos una disculpa por no haber llamado a la puerta antes de entrar- al ver la cara de asombro del chico Kara sonrió de manera apenada mientras se agachaba para tomar la ocarina - Pero es que desde el lugar en donde nos encontramos escuchamos esa canción tan hermosa que nos maravillamos tanto al darnos cuenta que provenía de aquí y más fue nuestra sorpresa al saber que eras tú el que la estaba tocando-
-Si, no te molestes con nosotros, mamá y yo no quisimos interrumpirte-habló Koga también quién se lanzó para tomar primero el instrumento musical, adelantándose a su madre – Toma, Link-
- Gracias- Link revolvió el cabello del pequeño pelirrojo hasta dejarlo más despeinado de lo que estaba - No se preocupe señora, además esta es su casa-
-Anda, anda. ¡Qué chico tan galante eres!- Kara hizo un guiño gracioso dejando a Link sin palabras -Bien, ahora déjame revisar esa herida, luego tomarás un baño y después nos acompañaras a desayunar, ¿de acuerdo?-
-Si, por supuesto-

Dicho y hecho, la buena señora revisó con sumo cuidado la herida del niño quién trataba de no reírse por las cosquillas que le hacía Koga en las plantas de los pies.

-Esto esta mucho mejor. Eres muy fuerte-murmuró admirada al observar que la joven espalda sanaba rápidamente, después de realizar otra nueva curación- Bien, ahora será mejor que tomes un baño y te esperaremos abajo, vamos Koga-
-Si, mamá-
-Si, señora, muchas gracias-dijo Link mientras agradecía con la mirada fija a esas personas que lo trataban como un miembro más de la familia.

Y apresuradamente, después de desnudarse completamente, tomó una ducha con abundante agua tibia y jabón que eran como una caricia para su pequeño cuerpo, al que secó con un lienzo de suave algodón, después vistió una muda de ropa que traía consigo siempre entre sus cosas, así como su Espada Kokiri, el gran Escudo del Héroe y su apreciada ocarina.
En poco tiempo, disfrutaban todos juntos un delicioso y sustancial desayuno que consistía en pan, leche, miel silvestre, queso y fruta. También Epona, tomaba un merecido descanso y un generoso desayuno en la comodidad del establo.

-Link, ¿En dónde conseguiste una ocarina tan bonita?-preguntó Koga interesado por tan singular tesoro, al mismo tiempo que engullía un pedazo de pan.
-Es de una gran amiga mía-respondió el muchacho mientras que se sonrojaba al pensar en esa “gran amiga” a la que no, ni nunca, olvidaría.
-¿Una amiga?-preguntó Kara a la vez y luego al ver como el rostro de Link se tornaba de un color rojo, añadió graciosamente - ¿No será acaso de alguna novia que tengas oculta por ahí? -

Link, quien estaba tomando un vaso con leche fresca se atragantara y se dibujara en su pequeña y atractiva cara todos los colores del arco iris, mientras que los demás reían de forma divertida.
Sin saber por qué, de repente entre el bullicio, la risa, el carácter y el físico de la señora hizo que Link se inmutará, pues creyó ver de repente en esos rojos cabellos, en la piel morena y en los amarillos ojos a una vieja amiga que había conocido en ese “gran viaje en el tiempo”.

"¿Acaso será…?" Link enrojeció de golpe y agachando la cabeza trató de disipar esa absurda idea "¡Rayos!, eso es imposible"

-¡Vamos!¡No es para tanto!- cándidamente Kara le tendió un pañuelo naranjado y sin dejar de reír ante lo que creía que esa reacción del chico no podía ser otra cosa más que un juego de enamorados -Y dime, ¿Cómo se llama tu amiga?-
-Su nombre es…es…Ze...Zelda, señora…-respondió el muchachito tartamudeando y perdiendo la serenidad nuevamente.
-¿Zelda?-preguntó extrañada y después de reflexionar, cayó en cuenta y la buena señora abriendo sus enormes ojos como platos -¡¡¿¿No es acaso la princesa Zelda??!!!¡¡¿¿La princesa de Hyrule??!!!-
-Si…así es…-dijo el niño con emoción.
-¿Cómo es que la conoces?- Koga se hallaba igualmente sorprendido dejando caer su ración de miel sobre el largo mantel -¿Cómo esta eso de que es tu “gran amiga”?-
-Bueno, es una larga historia-contestó Link quien después se quedó extrañadamente callado.
-Ahora entiendo el por qué llevas armas que tienen grabados los emblemas de la familia real-murmuró prudentemente Kara quien la noche anterior se había percatado de tan singulares instrumentos y no queriendo ahondar más en el tema.
-Pues yo no entiendo mamá-
-Luego te lo explicaré, cuando seas más grande- y dirigiéndose la bella morena al valeroso niño -Por cierto, Link…Supongo que tu destino es el castillo de Hyrule ¿verdad?... ¿Para ver a tu amiga?...-
-Así es-contestó Link con un hilo de voz.
-Pues no te ves muy emocionado…creo que no la quieres ver realmente-comentó el pequeño Koga que veía distraídamente los rizos que le caían en la frente.
-¡No es eso!-exclamó con energía mientras retorcía el pañuelo entre sus dedos, mientras que Koga lo veía sorprendido y era reprendido silenciosamente por su madre debido al comentario que de forma inocente había hecho, que por cierto no era nada grato.
-Lo que pasa es que simplemente, hace tiempo que me fui de viaje…y no sé si ella…quiera…quiera verme-terminó de decir y calló por un buen rato.
-¿Y por qué dudas?-dijo la joven madre tratando de romper ese silencio de muerte y haciendo a un lado la sencilla tetera, tomó una de las manos del muchacho haciéndole que se sobresaltará.
-Yo creo que ella ha de estarte esperando impaciente, ¿Sabes que un amigo siempre te estará recordando en cada momento, en cada instante?…Te verá aunque no estés frente a él, te escuchará aunque no le hables, rezará por ti aunque tu pienses que ni siquiera lo este haciendo. ¿No piensas lo mismo?-
-Tiene razón-respondió el niño saliendo de su mutismo y después levantando su profunda mirada hacia Kara le dedicó la mejor de sus sonrisas haciendo de que la joven señora se perturbara.
-Tiene mucha razón-volvió a decir -Yo también tengo muchos deseos de verla…-
-Eso es seguro-dijo amablemente la mujer.
-Si, los dos hicimos una promesa y una promesa nunca se rompe-pensó Link en su interior y esto le dio nuevas fuerzas, tantas que se levantó precipitadamente de su lugar -Entonces señora, Koga, si ustedes me lo permiten, quisiera partir en este preciso momento hacia el castillo-
-Por supuesto Link, debes cumplir con tu deber aunque nos encantaría que te quedarás más tiempo aquí junto con nosotros-exclamó Kara.
-¡Tan pronto te vas!, ¡Quédate un poco más!-gritó Koga quien en el acto se abalanzó sobre el pecho de su amigo y comenzó a llorar lastimosamente.
-Vamos Koga, no llores- dijo Link de forma apacible y temiendo de que el niño hiciera otra travesura como la de la noche anterior -Te prometo que vendré a visitarte pronto, claro, si tu mamá me lo permite-
-Esta será siempre tu casa, Link- habló emocionada la madre mientras tomaba en brazos a su hijo.
-Gracias señora, por todo y disculpe las molestias que le hemos ocasionado Epona y yo. Partiré ahora mismo para poder llegar antes del anochecer-
Link salió de la pequeña casa y se dirigió hacia donde estaba su compañera de aventuras, seguido por la madre y su hijo quienes le observaban y una vez dispuesto todo, el niño montó sobre Epona y sonriente, agitó uno de sus brazos.
-¡Hasta pronto Koga!... ¡Gracias por todo señora!-
-¡Vuelve pronto! ¡Vuelve pronto!-gritó Koga con la carita sucia debido a su llanto.
-¡Gracias a ti Link! ¡Gracias por darme la vida de nuevo!-exclamó la humilde dama que señalaba orgullosamente a su hijo.

Y dando un suave golpe en los costados de la fiel Epona, quien relinchó felizmente igualmente agradecida para con los amigos de su magnífico dueño, se alejaron rápidamente de la villa. Al momento que desaparecían de la vista de Kara y Koga, la amable señora, quien recordaba la cautivadora sonrisa de ese muchacho, dijo para si misma:

-No sé por qué pero esa sonrisa…esa sonrisa es idéntica a la de ellos…-

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Link y Epona rápidamente dejaban atrás la apacible villa, mientras que el tiempo pasaba volando, la mente del pequeño héroe se vio llena de magníficos recuerdos de su pasado y forjaban también el futuro porvenir. Imágenes de una variedad de lugares visitados por él se presentaron como un cálido ensueño frente a él, pues como olvidar su entrañable bosque Kokiri, con aquéllos altos y espesos árboles con sus gruesos troncos ámbar y las hojas esmeraldas que cantaban ante el soplo del suave viento, el cálido hogar de los gorons ubicado en la peligrosa Montaña de la Muerte, el acuático azulado y profundo mundo de los zoras, el desierto de la arena color de oro habitada por las ladronas gerudo, el gigantesco y tranquilo rancho Lon Lon, hogar de su querida yegua, el inolvidable Lago Hylia, su verdadero lugar de nacimiento y por supuesto la apacible villa que acababan de abandonar.

También pudo recordar con gran exactitud el rostro, la voz y las virtudes de sus más grandes amigos: La amable Saria, el malhumorado pero leal hermano Darunia, su enamorada y alocada amiga Ruto, la fuerte y brava Nabooru, la cariñosa Malon, la sabia y recta Impa, el apacible Rauru y por supuesto ya se encontraban en su corazón el travieso Koga y la solicita Kara, además…ella…si ella… ¡Ella!

- ¡Quiero verla! -exclamó tiernamente el chico de los ojos de color de mar con su intensa e irresistible sonrisa.

Pero…la inicial alegría de desvaneció de su apuesto rostro, que aunque siendo aún él pequeño ya podía notarse signos de una jovial belleza varonil, en el momento en que llegaban y se detenían a las afueras del mercado del reino, las dudas volvieron a su corazón. Claro, ningún ser humano por más extraordinario que sea es totalmente perfecto…aunque…

- ¿Por qué tuve que irme?-se preguntó Link al ver ese lugar que le causaba emoción y nostalgia por igual y más al sentir el vendaje que yacía en su espalda, producto de una herida que fue debidamente curada por Kara quien se había abstenido discretamente de formular pregunta alguna sobre el por qué de tal herida…una herida provocada por él…por Majora…

Al ver que su dueño caía en las oscuras sombras de la duda otra vez, Epona relinchó y sacudió su cabeza cariñosamente como tratando de sacarlo de tan dolorosas reflexiones y de infundirle ánimo, logrando que Link volviera en si.

- ¿Eh?...¡oh!...lo lamento tanto amiga mía, no debí recordar cosas tan desagradables como ésas…yo…-por un momento sintió que la voz se le entrecortaba por la emoción y comenzó a acariciar la crin de su linda compañera- Pero al pensar que incluso también tu estuviste en peligro…

Epona volvió a relinchar fuertemente como si protestará ante el desánimo de su dueño y golpeando el suelo con los cascos de sus patas delanteras volvió su alargado rostro, clavando sus negras pupilas sobre otras que le miraban tristemente. Link sintió el brillo de esos redondetes ojos que por sí solos pareciera que le decían:

"Todo ha terminado, no pienses más en ello"

- Tienes razón, pequeña – Link no puedo evitar sonreír ante aquellas mudas palabras llenas de ánimo y consuelo mientras ponía su dedo sobre el diamante blanco que coronaba la faz de la yegua - Todo se ha arreglado… Termina está a salvo y nosotros hemos regresado y eso es lo que importa ahora. Bien Epona…¡Alguien nos espera!...¡Ella nos espera!- agregó el muchacho tomando con gran decisión las ocres riendas, olvidando los momentos amargos y recobrando el carácter que siempre lo ha caracterizado.

Ambos amigos se internaron dentro del pueblo, sin darse cuenta, dejaron detrás de sí a unos parlanchines mercaderes envueltos en una nube de polvo levantado por los sendos cascos de Epona y una insignificante y diminuta pluma negra que cayó suavemente en la tierra…


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- ¡¡Por Nayru!!!...¡¡Qué acabe esto de una buena vez!!-gritó enfadada una pequeña y despampanante rubia de ojos color zafiro vestida de blanco que salía apresuradamente de un gran salón y se dirigía al jardín seguida por su institutriz.
- Por favor, princesa, guarde compostura -aconsejó con prudencia la mujer de cabello blanco y labios de rubí, quien jamás había visto tan exaltada a su protegida.
- ¡¡¿¿Acaso no te parece injusto lo que mi padre hace conmigo, Impa??!!-
- Su padre lo hace por el bien del reino-volvió a hablar la guerrera tratando de hacer entrar en razón a su princesa.
- ¡El reino!... ¡Siempre el reino!... ¿Y yo qué?...-exclamó muy disgustada al ver que ni siquiera su institutriz la comprendía en ese instante. De su padre lo podía esperar todo, ¿Pero de ella?
- Será mejor que me retire-dijo suspirando Impa mientras se alejaba por el enorme portón de bronce, creyendo inútil el esforzarse por calmar a la encantadora Zelda.
-¿Por qué?... ¿Por qué?-se preguntó Zelda al verse ya sola.
-¿Por qué no me entiende?...¡¡¡¿¿¿Por qué nadie entiende???!!!...¡¡¡Link!!!...regresa…regresa…¡¡¡Link!!!...-comenzó a gemir la linda niña…en esos momentos… escuchó unos pasos, suaves pero firmes a la vez que seiban acercando hacia ella y creyendo que era de nuevo su protectora, aún furiosa gritó:
-¡Impa!... ¡Déjame sola!... ¡Déjame en paz!-
-Zelda…- Una dulce voz se dejó escuchar a sus espaldas…esa voz que la llamaba solo con ternura…con dulzura... volteó al lugar de donde provenía esa voz única y abriendo sus ojos al máximo y con su cara llena de rubor, exclamó temblorosa y emocionada a la vez:
- ¡¡¡Link!!! -
- Zelda… -repitió el muchacho, utilizando el mismo tono que utilizaba sólo con ella, mientras que la observaba detenidamente y le dedicaba una gran sonrisa, esa sonrisa que a todos cautivaba.
- ¡Has vuelto!¡Has cumplido tu promesa!...-gritó eufórica mientras que sus ojos derramaban lágrimas de felicidad… y de forma inesperada para el pequeño héroe, la linda princesa corrió hacía donde él se encontraba y le abrazaba con gran entusiasmo.
- He vuelto… - susurró mientras la estrechaba entre sus brazos - He vuelto…para siempre…-
Después, en tan sólo unos instantes, ambos se miraron a los ojos. Parecía como si el cielo y el mar se fundieran en uno solo…parecía como si el tiempo se hubiese congelado, y en un lenguaje sin palabras, sin sonidos, sin nada, parecía como si Zelda le dijera:
- No te vayas nunca de mi lado… -


Continuará…